Manuel Blanco Romasanta asesino en serie



Manuel Blanco Romasanta (aldea de Regueiro, Esgos, 18 de noviembre de 1809 - † Ceuta, 14 de diciembre de 1863,1 1854) fue un psicópata criminal gallego y único caso documentado de licantropía (refiriéndose a la enfermedad mental, no al ser mitológico) en España que llegó a cometer varios crímenes en el siglo XIX. También es considerado como quien sirvió de origen a la leyenda del Hombre del Saco o Sacamantecas (ésta última en simultáneo con Juan Díaz de Garayo).En su partida de nacimiento se lo consignaba como Manuela, pues se creía que era una niña. Era de aspecto físico normal e inofensivo (midiendo solo 1,37cm), rubio y de facciones consideradas por algunos historiadores como "tiernas". Romasanta trabajó como sastre, y es considerado inteligente y culto para la época, pues sabia leer y escribir.
Llevó una vida aparentemente vulgar y corriente hasta que su mujer murió (no a manos de él). A partir de entonces empezó a dedicarse a la venta ambulante, moviéndose los primeros años por la zona de Esgos y posteriormente abarcando toda Galicia. Con el tiempo, los lugareños empiezan a reconocerlo como vendedor de ungüento (o grasa humana), fama que se extendió rápidamente por la comunidad de Galicia. Es debido a éste último hecho que las autoridades -al ser informados más adelante de los crímenes de Romasanta- iniciaron la búsqueda y posterior apresamiento en Toledo. Su fama de asesino no le llegaría hasta que es acusado de la muerte de un alguacil cerca de Ponferrada. Tras ser condenado en rebeldía, consiguió escaparse a un refugio en el pueblo abandonado de Ermida. Allí convivió con el ganado durante meses, hasta que vuelve a aparecer en público, esta vez en Rebordechao, y poco a poco se fue mezclando con la población local. Es en este pueblo donde empieza a contactar con los vecinos, ganándose la confianza y amistad de las mujeres, lo cual hizo que los hombres lo llamaran "afeminado"; llegando incluso a desempeñar oficios propios de mujer en aquella época como, por ejemplo, tejedor/a.
Ya asentado en el pueblo es cuando comienzan sus brutales asesinatos, que cometía en los bosques de Redondella y Argostios. Durante años elude a la justicia y logra asesinar a 9 víctimas, siendo estas siempre mujeres o niños. Casi inmediatamente después de los asesinatos empieza a planificar su huida, llegando a salir de Galicia con un pasaporte falso. Finalmente es capturado en Nombela (Toledo) y juzgado en Allariz (Orense).
Romasanta afirmó que, víctima de un maleficio que lo vuelve lobo, mató a 13 personas a sangre fría, usando sus manos y dientes para acabar con las vidas y comerse los restos. El juicio (conocido como "causa contra el hombre lobo") duró un año aproximadamente. En él se le acusó de llevar con mentiras y engaños a mujeres y niños con él para matarlos y sacarles el sebo o el unto y posteriormente venderlo. En este litigio declaró ser víctima de un sortilegio de una bruja que, según él, le hacía transformase en lobo durante las noches de luna llena y asesinar y desgarrar cuerpos humanos en los oscuros bosques.
La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre.
Manuel Blanco Romasanta, CAUSA Nº 1778: CAUSA CONTRA HOMBRE LOBO, JUZGADOS DE ALLARIZ (ORENSE)
Mas tarde alegaría que lo que sufría no era una maldición sino una enfermedad. Además declaró recordarlo todo lo sucedido una vez transformado de nuevo en ser humano, lo que sin lugar a dudas fue decisivo para su sentencia. La Defensa del reo protestó porque, en su opinión, no se podía probar un asesinato con una única confesión, aunque ésta fuera la del propio acusado. Esta llegaría el 6 de abril de 1853, a los 44 años: la conclusión final del litigio fue que Romasanta ni estaba loco ni era idiota o maníaco. Fue condenado a morir en el garrote vil y a pagar una multa de 1000 reales por víctima.
Su suerte le sorprendió cuando un hipnólogo francés que había seguido el caso envió una carta al Ministro de Gracia y Justicia en la cual expresaba su duda acerca de si Romasanta padecía licantropía o no. Aseguraba haber curado a otros pacientes con la hipnosis y pedía que, antes de ejecutar a Romasanta, le dejara hipnotizarlo. También solicitó la intervención de la reina Isabel II, la cual a su vez pide al Tribunal Supremo que revise el caso. Tiempo después, Isabel II firmó una orden para liberar a Romasanta de la pena capital, reduciéndose ésta a la perpetua.

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