VIRGEN DE TODOS LOS PUEBLOS - NUESTRA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS Y LA VIDENTE IDA PEERDEMAN

Nuestra Señora de todos los pueblos se apareció en Amsterdam a una sencilla mujer, Ida Peerdeman, revelándole una serie de acontecimientos futuros, como la crisis por la que atravesaría el mundo y el gran combate que se desarrollaría dentro de la Iglesia, la liberación de los Países Bajos de la ocupación alemana, futuras guerras como la del Golfo y la de los Balcanes, la catástrofe de Chernobyl y otras profecías que se han cumplido con rigurosa exactitud. Pero lo más importante es el mensaje de esperanza que quiere dejar a sus hijos. La Virgen señala a su Hijo, Jesús, y también la Cruz. Insiste en que sólo regresando a El vendrá la verdadera Paz. Como en sus apariciones anteriores, pide el rezo del Santo Rosario, mostrándolo como el arma más poderosa contra el demonio.

Pero el eje de esta aparición de María es sin dudas su profecía respecto de que el dogma final de "María Corredentora, Mediadora de todas las Gracias y Abogada" será proclamado formalmente por la Iglesia un 31 de mayo. Después, vendrá la verdadera paz.
La aparición comenzó el 25 de marzo de 1945, día en que la Iglesia celebra la Fiesta de la Anunciación. En total fueron 56 apariciones entre ese año y 1959. María allí ha pedido se le reconozca con el nuevo título de "La Señora de Todos los Pueblos", se venere la imagen que le mostró a la vidente y se rece una oración a Jesucristo, que Ella misma le dictó.
A través de esa oración María nos pide implorar la Presencia del Espíritu Santo en el mundo, para que descienda sobre nosotros, como en Ella siempre estuvo.
Esta aparición, tan poco conocida, es una de las más importantes que María nos ha regalado. Y no es sólo por las profecías que allí se escucharon, o por la oración al Espíritu Santo que Ella nos enseñó, o por la hermosa imagen que nos regaló. Su importancia radica en el pedido de proclamación del quinto y último dogma Mariano, la joya que completa la Corona de María:
María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada
Oración dictada por María a Ida
Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados de la corrupción,
de las calamidades y de la guerra.
Que la Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.
Amén

Desde 1945 a 1959, la Stma. Virgen se apareció en Amsterdam (Holanda) a la vidente Ida Peerdeman. El 11 de febrero de 1951 se presentó bajo su nuevo título: "Yo soy la Señora, María, Madre de todos los Pueblos".

La vidente, Ida Peerdeman, la menor de cinco hijos, nació el 13 de agosto de 1905 en Alkmaar, Holanda. Fue bautizada en la parroquia de San José con el nombre de Isje Johanna, pero siempre la llamaron Ida. Poco antes que empezara la Primera Guerra Mundial, la familia Peerdeman se trasladó a Amsterdam. Ida tenía sólo ocho años cuando su madre, a los treinta y cinco, al dar a luz a su último hijo, murió junto con el niño. De niña, Ida se confesaba cada fin de semana en la iglesia de los Dominicos con el Padre Frehe, que más adelante será su director espiritual.
El 13 de octubre de 1917. Aquella inolvidable tarde de sábado del mes del Rosario, el día del milagro del sol en Fátima, algo extraordinario le pasó al volver a casa, después de confesarse.
A los doce años Ida tuvo una aparición celestial. En el fondo de la calle, envuelta en una luz maravillosa, vió a una Mujer de extraordinaria belleza, cuya mirada expresaba indecible dicha y bondad. Sin decir una palabra, estaba con los brazos ligeramente abiertos. Ida nunca había visto nada tan bello. Inmediatamente comprendió que era la Virgen María. Al dirigirle la aparición un gesto afectuoso, Ida corrió a su casa. Ese hecho se repitió otros dos sábados. La hermosa Señora se le apareció de nuevo en una luz como la del sol, sin decir ni una palabra, sonriéndole, como la primera vez que la vió mientras volvía a casa después de confesarse.
Todo eso ocurrió en octubre de 1917, al mismo tiempo que la Virgen se aparecía por última vez a los tres pastores de Fátima, cosa que, naturalmente, Ida ignoraba.
Treinta y tres años después –durante la vigésima quinta aparición–, al preguntar la vidente con preocupación: “¿Me creerán?”, la misma Virgen le recuerda sus tres venidas en 1917: “Sí, por eso ya había venido antes a ti cuando tú aún no comprendías. Entonces no era necesario. Era la prueba para ahora” (10.12.1950).
ATAQUES DIABÓLICOS
A los 18 o 19 años Ida empieza a trabajar en una oficina en Amsterdam, en una fábrica de perfumes, donde estará muchos años. Sus compañeros la aprecian mucho por su amabilidad y su modestia. Siendo también atractiva no le faltan los admiradores, pero Ida no se siente llamada al matrimonio.
En ese período tiene que sufrir repetidas veces ataques diabólicos. Durante un paseo por la ciudad, Ida notó un hombre completamente vestido de negro, como si fuera sacerdote. Asustada por su mirada misteriosa y penetrante, trató de esquivarlo, acelerando el paso. Su perseguidor fue más rápido, la agarró de un brazo e intentó tirarla a un canal para que se ahogara. En aquel trance extremo, Ida oyó una voz suave que la tranquilizaba y le prometía ayuda; a la vez, el agresor la soltó con un grito espantoso, desapareciendo sin dejar rastro. En lo sucesivo, Gesina fue encargada por su padre de acompañarla cada día al trabajo e ir por ella en la tarde. Con todo, Ida encontró de nuevo aquel siniestro personaje, que le sonrió fríamente, pero sin atreverse a tocarla.
Por tercera vez el demonio se acercó a la joven de veinte años, tratando astutamente de atraerla a una trampa mortal. Se le presentó bajo el aspecto de una frágil anciana, que aseguraba que la había conocido en la iglesia. Le dió una dirección, pidiéndole que fuera a visitarla lo antes posible. Ida rechazó la invitación, pero no la petición de la mujer de ayudarla al menos a cruzar la calle. Sin embargo se sintió paralizada por el miedo cuando, a media calle, sintió que le había sujetado férreamente el brazo, como con una garra. A continuación un grito y Satanás despareció. La había llevado directamente al frente de un tranvía que se acercaba, el cual logró frenar, evitando arrollarla por un pelo. Por la tarde, su hermano Piet con su futuro cuñado fueron a inspeccionar la dirección dada por la anciana y solamente encontraron una vieja casa abandonada.
A veces Ida era cruelmente atormentada por los demonios hasta en su casa. Su padre, sus hermanas y su hermano son testigos del movimiento de la lámpara en la sala, del sonido ininterrumpido del timbre de la casa y de ruidos en la caja de los fusibles. Cuando, de repente, las puertas y los armarios se abren solos, el señor Peerdeman exclama con toda calma: “¡Pueden entrar todos! ¡Cuantos más seamos, más nos divertimos!”.
Cuando los ataques aumentan de intensidad e Ida se siente extrangular por manos invisibles, el Padre Frehe comprende que debe hacer un exorcismo. Entonces la familia oye de boca de Ida, la disgustosa voz del demonio, llena de odio, que insulta al sacerdote. El Padre Frehe tendrá que experimentar la rabia de los demonios también de otras formas... Una escuela espiritual, que duró veinte años, prepara así a Ida y a su director espiritual a aquel evento de gracia destinado al mundo entero: La venida de la Madre y Señora de todos los Pueblos.
Aunque no le gustaba hablar de esto, en los últimos años de su vida fue de nuevo atormentada por ataques diabólicos. A los 85 años, terribles silbidos, gritos y ruidos la persiguieron durante una hora entera, dejándola exhausta, en lágrimas. La noche del 4 al 5 de abril de 1992, con pesados pasos que retumbaban, el demonio llegó a su cuarto.
En la oscuridad Ida no lo vió, pero oyó su voz horrible y penetrante, que le decía: “¡Tanto a ti como a tu obispo, haré de manera que no consigan nada! Y la luz que tú ves, soy yo, no hay otra”. A lo cual la vidente respondió: “¡No, es Ella, seguro! La Señora se presenta siempre en la luz, mientras que lo tuyo propio es venir sólo en la oscuridad, y tú estás siempre en las tinieblas!”. Ida rezó en voz alta la ORACIÓN que la Virgen le había enseñado. Entonces el demonio gritó: “¡Haré que tú no puedas volver a ver la luz!” y la hirió en un ojo con una piedra, causándole un dolor agudo, y desapareció. El ojo se hinchó y se puso rojo como de fuego. Al día siguiente, su hermana Truus y Jannie Zaal, la fiel asistente de los últimos años, se lo lavaron cuidadosamente con agua de Lourdes. El ojo estaba infectado, pero interiormente no estaba lesionado. El médico recetó una pomada y a los diez días Ida volvió a ver.
El 1° de marzo de 1995, miércoles de ceniza, de repente empezaron a sonar al mismo tiempo los cinco teléfonos de la casa. No se interrumpieron ni siquiera cuando Ida levantó el auricular. El demonio quería atemorizarla y, en efecto, Ida se asustó tanto que se sintió mal. Otra vez el demonio la tiró de la cama, diciéndole con voz horrible: “¡Aún no estás en el Calvario!”. La mañana del 15 de diciembre de 1995, Madre Ida fue hallada en su cuarto, tirada en el suelo junto a la cama, con la cara llena de moretones. Durante la noche había sentido que de pronto una mano pesada la agarró por la espalda y la tiró de la cama con la cabeza hacia delante. El golpe en el suelo fue tan violento que al cabo de ocho semanas el hematoma aún se le veía en la cara. La tarde del 28 de mayo de 1996, su Excelencia el Obispo, Mons. Bomers, fue a visitarla. Llamó a la puerta, pero nadie abrió. Estando seguro de que estaba en casa, hizo intervenir a Jannie para darse cuenta de la situación. Una vez más, Ida, ya con noventa años, yacía inmóvil en el suelo, donde había sido brutalmente tirada.
VISIONES DE GUERRA
En 1940 –Ida tenía 35 años y no habían comenzado aún las alocuciones– empiezan las así llamadas “visiones de guerra”, visiones sobre próximos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Con los ojos cerrados Ida ve frentes de guerra y describe minuciosamente lo que va a pasar. Su hermano se encarga cada vez de señalarlos en el mapa con alfileres. Todo corresponde exactamente a las noticias dadas a continuación por la radio secreta.
En otra visión, Ida, que naturalmente no entiende de estrategia militar, ve algo que a todos, en ese momento, les parece inconcebible: Ve al ejército alemán, hasta entonces siempre victorioso, cercado en forma de una gran tenaza por el ejército rojo en Estalingrado. No sólo eso: Ya en mayo de 1940, al cúlmine del triunfo alemán, ve en sus detalles el trágico final de Hitler y de Mussolini. Esa predicción hizo reir incluso a los mejores amigos de Ida.
LOS AÑOS DE LAS APARICIONES
En los turbulentos años de las apariciones, la familia Peerdeman está cada vez más unida. Como es lógico, los hechos extraordinarios en relación con la vidente no quedan del todo secretos, a mayor motivo que dos de las apariciones tienen lugar en público, en la iglesia de Santo Tomás. La autoridad eclesiástica reacciona con discreción cuando pasa algo extraordinario y rehuye la publicidad, lo cual corresponde al carácter de Ida, extraña a cualquier sensacionalismo en torno a su persona. Ella se considera sólo un instrumento, como le había dicho la Señora.A pesar de las experiencias sobrenaturales, Ida sigue siendo una persona con los pies en la tierra. Muchos años más tarde, un examen psicológico (por disposición del obispo) la definió una persona del todo normal, incapaz de imaginaciones figurativas, pero realista y sin fantasía.
Ida Peerdeman pertenecía a la «MILITIA JESU CHRISTI» que tuvo origen como una orden caballeresca para la protección de los conventos dominicos. En una visión, santo Domingo había indicado a Ida el portal del convento de Sens, diciéndole: “Tienes que entrar aquí”. El 13 de octubre de 1968 ingresó en el movimiento y en Sens recibió el “manto de la Milicia”.
Y ahora te hablo a ti, hija. ¡Ocúpate de la difusión!” (17 de febrero de 1952). Quien la ha conocido sabe que hasta el fin de su vida se ha ocupado cada día, a menudo hasta el extremo de sus fuerzas, en cumplir fielmente los deseos de la Virgen. Incansablemente respondía a las peticiones de información y a las cartas que llegaban de todo el mundo. A todas partes mandaba las imágenes con la oración y los mensajes, cuidadosamente confeccionadas, añadiendo siempre un afectuoso saludo personal.
Los extraños e incluso los mejores amigos no podían imaginar el martirio espiritual y físico soportado en silencio, sin ninguna queja, por la vidente de Amsterdam. Ridiculizada y desacreditada por los medios informativos, aprendió lo que significa perder la propia reputación por ser fiel a la verdad y a la Señora.
Ida sabía que no se había engañado y más todavía se sentía motivada a asumir el peso de la responsabilidad de ser portadora, en cuanto pequeño instrumento, del mensaje más importante del siglo XX. Todos los que conocían de cerca a Ida Peerdeman, sabían de su heroica obediencia a las autoridades de la Iglesia. Prácticamente nadie, sin embargo, podía imaginar cuánto le costaba callar y seguir esperando, y esperando, y aún esperando.Cuando murieron también, una tras otra, sus tres hermanas, Ida –que en tantas situaciones tuvo que sufrir una gran soledad– habrá recordado sin duda las palabras de la Señora: “Tú, hija, tendrás que colaborar sin miedo ni temor. Tú sufrirás física y espiritualmente” (01.04.1951). La vidente tuvo un cáncer en el seno, pero por miedo a tener que ir al hospital, se dejó operar sólo mucho más tarde. Además estaba gravemente enferma del corazón.Ida sabía que había de morir en 1996, pues el primero de enero de ese año –por primera vez desde el mes de noviembre de 1995– oyó de nuevo la voz de la Virgen, que le anunció: “Este es tu último año. Pronto te llevaré a mi Hijo. Has cumplido tu misión. ¡Sigue escuchando mi voz!”. Poco tiempo después, Ida dijo a una confidente: “Ya no viviré mucho. Estoy demasiado enferma. ¡Ya nada me detiene!”.El miércoles 12 de junio de 1996, Ida recibió con profunda devoción la unción de los enfermos de manos del Padre Amandus Korse OFM. El sacerdote quedó conmovido de la disponibilidad de Ida de aceptar la Voluntad de Dios, cualquiera que fuera: Estaba dispuesta a morir o a seguir sufriendo. En las primeras horas del 17 de junio de 1996, a las cuatro y cuarto de la mañana, la desconocida pero a la vez grande profeta de la Señora de todos los Pueblos entregó su alma al Creador.“¡Adiós! ¡Nos volveremos a ver en el Cielo!” Palabras finales del último mensaje, el 31 de mayo de 1959. “Hija, ellos te creerán. Yo estoy aquí. Estaré a tu lado y te ayudaré”.Del mensaje del 31 de mayo de 1954.
Isje Johanna Peerdeman ("Ida"), murió en 1996 a la edad de 90 años.
1 de mayo de 1996, el Obispo de Harlem-Amsterdam, Mons. Bomers, y su auxiliar, Mons. Punt, autorizaron en una declaración oficial la veneración de la Virgen María, con el título de 'SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS'. En esa misma declaración subrayan que cada uno es libre de tener una opinión personal de los mensajes, siguiendo su propia conciencia.
Aprobada como de "origen sobrenatural" por el obispo José María Punt de Haarlem-Amsterdam (Holanda) el 31 de mayo del 2002.
El obispo dijo que la aparición es una "ayuda para entender los signos de los tiempos y vivir mas fielmente el Evangelio...y los signos de nuestros tiempos son dramáticos. La devoción a nuestra Señora de Todos los Pueblos puede ayudarnos, en mi sincera convicción, a guiarnos en el camino correcto durante el presente serio drama de nuestros tiempos, el camino hacia un nuevo y especial derramamiento del Espíritu Santo, el único que puede sanar las grandes heridas de nuestro tiempo"
El obispo dijo que en el proceso de estudio, "muchas experiencias de conversión y reconciliación, como también curaciones y protección especial, también se me reportaron,Poco tiempo después de dar la oración, el 4 de Marzo de 1951 Nuestra Señora llamó la atención a la forma con la cual se le aparecía a la visionaria y pidió que se hiciera una pintura la cual debía ser distribuida junto con la oración. Ella está de pie sobre el globo rodeada por ovejas y delante de una cruz con sus manos extendidas (como en la medalla milagrosa) y emitiendo los tres rayos de Gracia, Redención y Paz. En las palmas de cada mano hay la cicatriz de una herida, un mudo testimonio de su íntima colaboración en el trabajo de nuestra redención. En una ilustración gráfica de la Corredentora como la describió Juan Paulo II el 31 de Enero de 1985 en Guayaquil, Ecuador, “crucificada espiritualmente con su hijo crucificado”. El cíngulo tiene la intención de ser un recordatorio de la tela de Jesús en la Cruz. El 31 de Mayo de 1951 la Señora dijo:

Por medio de la gracia de Mi Amo y Señor, y por amor a la humanidad, el Padre envió a Su único Hijo engendrado como Redentor al mundo. Juntos ahora quieren enviar al Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, Quién solo El puede traer Paz. Por eso: “Gracia, Redención y Paz”. En esta era el Padre y el Hijo quieren enviar a María, “la Señora de Todos los Pueblos” como Corredentora, Mediadora y Abogada. Ahora ya te he dado una explicación clara y lúcida de la imagen.

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