LA VIRGEN DE LA CANDELARIA O NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA

La Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria es una de las advocaciones más antiguas de la Virgen María. Su fiesta litúrgica se celebra en toda la Iglesia católica el 2 de febrero y su fiesta mayor se celebra el 15 de agosto en las Islas Canarias (España).

La imagen es venerada en el Archipiélago Canario, especialmente en la isla de Tenerife (lugar de su aparición), donde es conocida popularmente como La Morenita, es la Patrona de Canarias siendo una de las siete Patronas de las Comunidades Autónomas de España. Su imagen se encuentra en el camarín de la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, en el municipio de Candelaria en Tenerife.
El relato canónico de la aparición a los aborígenes guanches de la imagen de la Virgen de Candelaria en las Islas Canarias fue escrito en 1594 por el religioso e historiador español Fray Alonso de Espinosa, dicho relato aparece contenido en dos libros, siendo de hecho los libros impresos más antiguos que tratan sobre las Islas Canarias.
Igualmente la Virgen de Candelaria es la patrona de varias ciudades del Nuevo Mundo como: Medellín y Cartagena de Indias (Colombia) y Mayagüez (Puerto Rico). La Virgen tiene mucho arraigo y veneración en el Perú y en general en el altiplano andino y demás naciones del continente americano. Además es venerada en lugares con una importante colonia de canarios donde suele usarse para representar al Archipiélago Canario.
La iconografía de la Virgen de Candelaria se basa en el episodio bíblico de la Presentación del niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lucas 2,22-40). La virgen sostiene la candela o vela de la que toma nombre y el niño Jesús por su parte sostiene en sus manos un pájarito. Según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. Como era costumbre, la Virgen María, se sometió a la vez al rito de la purificación (Cf. Lev. 12, 6-8
La historia de esta advocación está unida íntimamente a la historia de las Islas Canarias, especialmente de la isla de su aparición, Tenerife. No hay acuerdo sobre el año de la aparición, pero la opinión mayoritaria es que apareció en la desembocadura del barranco de Chimisay, en el municipio canario de Güímar, 95 años antes de la conquista de Tenerife, es decir aparecería del 1400 al 1401. Es por tanto la primera aparición mariana de Canarias. Fray Alonso de Espinosa describió la historia en 1594.

Escenificación de la aparición de la virgen en la Playa de El Socorro, Güímar.Según la leyenda relatada por Fray Alonso de Espinosa, iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, la cueva-palacio del mencey Acaymo, para referirle lo acontecido. El mencey acudió con sus consejeros. Ella no respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El mencey comprendió que aquella mujer con un niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una cruz y en el lugar donde el mencey pidió socorro, un santuario a Nra. Señora del Socorro.
La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven llamado Antón, que había sido tomado como esclavo por los castellanos y había logrado escapar y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido bautizado le relató al mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía. Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex Guayaxerach Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico (detrás de la actual Basílica de Candelaria) para veneración pública

Según relata don José Rodríguez Moure que un lejano atardecer dos pastores conducen un rebaño de cabras en las costas de Güímar y al torcer una curva del camino, cerca de la desembocadura del barranco de Chinguaro descubrió, uno de ellos, "una mujercita con un niño al brazo derecho y con vestidos distintos a los que usaban las mujeres de la tierra, de pie sobre una roca lo miraba con fijeza".

Así inicia el ilustre dominico lagunero el relato que compuso durante su estancia en el convento de Candelaria donde cuidó de su archivo y del que se ilustró para componer el libro "La historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria". Relata cómo el adivino o zahorí Guadameñe (sacerdote aborigen) había pronosticado hacía mucho tiempo que "dentro de unos pájaros grandes de blancas alas vendrían a la Isla, por el mar, otras gentes que se habrían de enseñorear de ella". Estos augurios que formaban parte de los miedos y creencias del pueblo guanche eran del común conocimiento y había dado lugar a que los menceyes hubieran convenido que cada uno de ellos cuidara de su territorio y que los demás le prestaran la ayuda que necesitara en caso de peligro.
Antón Guanche, años más tarde, integrado en una expedición, hizo su entrada por las costas de Güímar con objeto de hacer pillaje en la zona, ya sea robando ganado o cautivando personas que el señor de Lanzarote enviaba a Sevilla para su venta como esclavos. Pero Antón aún conserva recuerdos de su infancia identificando su propia patria y aprovechando la ocasión que se le presenta decide regresar a su antiguo hogar. Permaneció escondido hasta que el velero se retira de la Isla con sus arboladuras hinchadas por la brisa del atardecer. Allí se queda en la soledad del Valle de Güímar vestido con ropas extrañas aunque ha practicado su idioma con otros cautivos y ello le servirá para ser reconocido.
Y dice Rodríguez Moure que Antón fue reconocido y con mucho entusiasmo recibido y junto al rey Dadarmo acudió a visitar la cueva donde tenían depositada a "La celestial imagen de María". Inmediatamente que tuvo ante sí la estatua la identificó con la Virgen y este hecho hizo correr la noticia por toda la Isla y una inmensa muchedumbre guanche se congregó en Candelaria proveniente de los más diversos rincones de Tenerife. Era costumbre traer algún presente en la visita a otros parientes o amigos y en este caso se reunió un enorme rebaño que los guanches regalaron a Guayaserax o Chaxiraxi en testimonio de su devoción. Antón Guanche convenció al mencey de Güímar de que la imagen no debería de radicar en la casa del propio mencey sino tener su propia casa, eligiendo para ello la espelunca de Achbinico, a la orilla del mar donde aún se guarda culto a San Blas mártir, patrono de la Villa de Candelaria. La leyenda crece en torno a la imagen de la Virgen que en sus diversas variaciones traza profundos surcos en la conciencia religiosa del nuevo pueblo canario que se produce con el cruce entre ambas culturas.
De cómo Nuestra Señora de Candelaria libró un navío que iba para Indias de sus enemigos

Son tantos los milagros que esta Señora hace por los mareantes, que de solos ellos se pudiera hacer larga historia. Y de éstos son patentes los muchos cabos y maromas de que las paredes de la iglesia están adornadas; que navegando navíos con grandes tempestades y llamando a Nuestra Señora de Candelaria, han sido por ella socorridos visiblemente, viéndola en el mástil mayor o en la popa de los navíos. Y de muchos que se cuentan y refieren diré algunos que he averiguado y comprobado. Viniendo de España para Indias un navío de españoles con próspero viento, en el golfo de las Yeguas, que es cerca de estas islas de Canarias, toparon con un navío francés, que les vino siguiendo tres días y tres noches; al cabo de los cuales habiéndoles ganado el barlovento, vino un martes en la tarde a ponérseles a tiro de cañón. Y como los españoles venían sin armas ofensivas ni defensivas, y el enemigo hecho un reloj, perdiendo la esperanza de escapar de sus manos, a persuasión del maestro del navío, que tenía noticias de los milagros que Nuestra Señora hace por los que se le encomiendan y en sus necesidades la invocan, con fe se encomendaron todos a esta Señora, prometiendo de ir en romería a su bendita casa. El navío francés les comenzó a bombardear. Estando ya casi barloado con ellos, espantable caso: todas las bombas que quedaban en el navío español, como si ellas fueran de cera y el navío de bronce o metal, resurgían hechas pasta, sin hacer daño alguno; y muchas balas, así de los esmeriles y piezas que tiraban como de los mosquetes y escopetas, daban a los hombres en los pechos y otras partes, y caían a sus pies sin hacerles daño alguno. Y en particular dio una bala a los del navío español a uno en una muñeca del brazo, donde traía unas cuentas de reumas, y quebrándole una de ellas, no le hizo otro mal. Viendo pues, los del navío tan manifiesto milagro, dieron voces a Nuestra Señora de Candelaria y volvieron sobre el navío francés, para barloar con él. Mas los franceses cobraron tanto temor y miedo que, no osando esperar a los que tenían rendidos y acobardados, dieron a huir por el espacioso mar, quedando los españoles libres y vencedores; desde donde vieron al puerto de Santa Cruz, para venir a dar gracias a quien les había librado tan patentemente y con tanta honra. Sucedió un admirable caso en este mismo día y en esta misma hora en que aconteció este milagro, que no permitió esta Señora que los religiosos que en su casa la sirven, ni los romeros que en ella estaban, que eran muchos, quedasen en ayunos de este consuelo y milagro; porque a prima noche oyeron todos tocarse las campanillas del coro que se suelen tañer al alzar; y esto por gran rato y espacio. Y yendo todos a ver lo que era (por ser cosa inusitada tocarse a aquellas horas), no hallaron persona alguna que tocarles pudiese. Y entrando en la iglesia, estaba tan clara como si fuera a medio día. Y luego entendieron todos denotar aquello algún milagro que la Reina de los ángeles entonces hubiese hecho; y así notaron el día y la hora. Y de hoy a ocho días vinieron diez y nueve hombres del navío arriba dicho descalzos y en romería, uno de los cuales era don Gabriel de Montalvo, que con muchas lágrimas contaron todo lo sucedido. Este milagro está comprobado.
De un navío de vizcaínos que fue libre de los enemigos y de un bajo en que estaba encallado.Viniendo un navío de vizcaínos de su tierra para esta isla, no habiendo estado el piloto en ella, no tenía noticia de los puertos; y así fue a dar a Las Calmas, que es a la parte del Sur de esta isla, donde descubrieron una nao y un pataje de ingleses. Los cuales, viendo al navío vizcaíno, dieronle caza y cogieronlo en medio y pusieronlo en tal extremo que o se había de rendir, o encallar en tierra, porque era mucha ventaja la que le hacían y muy conocida. En este navío venía un portugués que había estado en esta isla y tenía noticia de la santa imagen de Candelaria y de las obras que hacía por los que la invocaran. Este persuadió a los vizcaínos que la llamasen y prometiesen de ir a su casa, si los libraba del manifiesto peligro en que se veían y estaban. Y fue menester poco para persuadírselo, porque estaban en peligro y necesidad; al fin con sus cortas razones hicieron largas promesas a Nuestra Señora de Candelaria. Los ingleses, como conocen de los vizcaínos que es gente cabezuda y que no se han de rendir sin ver por donde, no osan barloar y quiérenlo ver de lejos con ellos. Y así le tiraban toda su artillería, que pasaba de claro en claro el navío vizcaíno, haciéndolo un harnero; y aunque al navío hacían este daño y algunas balas le daban por la lumbre del agua, no entraba gota en él, ni las rajas que salían hacían algún daño a las personas. Viendo, pues, los vizcaínos que no podían escapar de ser presos y robados y que por ser vizcaínos , enemigos mortales de ingleses, no sólo habían de perder las haciendas, mas también las vidas, escogieron perder la hacienda y guarnecer la vida; y así ofreciéndose y llamando a la Madre de Dios de Candelaria, embistieron con la tierra, y dando sobre una piedra encalló el navío sobre ella y quedó en seco. Como los enemigos los vieron encallados, teniéndolos por perdidos y ahogados, los dejaron y se fueron a la vuelta de la mar. Los vizcaínos, que ya habían saltado en tierra, no desconfiando, antes de nuevo invocando la Candelaria, dijeron que: Quien libras de enemigos, librarás de piedra. Y tornándose a embarcar en su navío, que estaba encallado (determinación vizcaína; mas salióles bien con ella), les dio luego un golpe de mar en el navío , que lo saca fuera de la peña donde estaba encallado, y lo echó a la mar, cosa milagrosa. Acuden los marineros a la bomba, dan ciertos zanchazos y hallan el navío estanque, sin hacer más agua que solía; por donde vieron ser mayor el milagro y más patente.Y así, tomando puerto en Santa cruz, vinieron a cumplir su promesa diez y ocho hombres que eran, los cuales no se hartaban de contar el milagroso caso, quedando muy devotos y aficionados a esta santa imagen.
De un navío portugués que, siendo tomado por los franceses, fue libre por Nuestra Señora.
Viniendo de Portugal un navío portugués para estas islas, en que venía uno llamado Manuel Fernández, topó con otro navío francés en el golfo de las Yeguas; el cual les vino siguiendo hasta que los tomó. Y después de haber maltratado a los hombres que en él venían, por ser sobre noche y no haber lugar de pasar el pillaje a su navío, metieron los franceses a los portugueses debajo de cubierta y clavaron el escotillón, para que estuviesen más seguros. Y hallándose así los cuidados, llamaron de corazón con mucha devoción a Nuestra Señora de Candelaria; y estando aquella noche los dichos muy atribulados y los franceses contentos, apoderados del navío y gobernándolo, dio el navío francés un golpe sobre el navío portugués, de suerte que le quebró el espolón. Los franceses, viéndolo así, pensando que se iba a fondo, se pasaron con más prisa que pudieron a su navío, desamparado éste otro como perdido. Y los portugueses, habiendo sentido el golpe pusieron hombros y fuerza al escotillón y lo abrieron, y saliendo sobre cubierta no hallaron francés alguno. Y así, encomendándose a Nuestra Señora de Candelaria, dieron vela, y aunque el navío estaba quebrado, a pesar de los franceses se vinieron al puerto de Garachico sanos y salvos, que sin milagro era imposible, así por librarse de los franceses, en cuyo poder estaban, como por navegar en navío quebrado.
De otro navío que fue libre
Viniendo de España para estas islas un navío, en que entre otros pasajeros venía Gaspar González, beneficiado de Candelaria, y saliendo de la bahía de Cádiz, luego otro día dieron con tres galeotas de moros, de quien sin milagro no se podían escapar, por tenerlos cercados y ser el navío manco y sin armas para poderse defender, y estando en calma. Viéndose, pues, en tan manifiesto peligro, como casi todos eran isleños los que en el navío venían, acudieron a llamar por su patrona y abogada la Candelaria, con la devoción que hombres puestos en necesidad y conflicto suelen. Y ella no les faltó, porque de repente, estando la mar en calma, vino tanto viento Norte, que las galeotas no pudieron llegar a ellos y los del navío se fueron su viaje sin temor, conociendo manifiestamente el favor y ayuda de la mano de su patrona la Candelaria les había venido.
De una barca que perdió la derrota y Nuestra Señora la trajo a puerto; es maravilloso.
Una barca de estas islas había ido a Berbería a pescar como unos dicen, o a rescate, como otros; y con tiempo recio que le dio, se hizo a la mar con intento de volverse. Y como el tiempo les apartase de la tierra y la perdiesen de vista, perdieron también el tino y derrota, y así anduvieron surcando el mar para un cabo y para el otro, sin acertar a tomar tierra, sin saber el paraje donde estaban. La gente que en la barca venía, comenzó a sentir la falta de los mantenimientos, que se les iban acabando; y aunque pusieron tasa y se repartían con ella, como el viaje se dilataba, los mantenimientos se acabaron. Los pobres hombres, que ven la muerte a ojo, por alargar la vida que el hambre canina se la acortaba, buscan los modos que pueden; y como andaban en alta mar, y no con mucha bonanza, ni pescaban ni podían dar orden, acuerdan entre sí que para que todos no perezcan, y quede siquiera alguno que en su tierra dé nuevas de su desastroso fin de los demás, echen suertes entre todos, y sobre quien la suerte cayere, aquél muera y sea manjar de los demás. ¿Qué inhumanidad no hará hacer la necesidad extrema? Como lo platicaron lo hacen, y cae la desdichada suerte sobre un mancebo natural de Canaria y como ya comprehendido en ella antes que se pusiese en ejecución. Váse el triste mozo (como aquel que ya estaba sentenciado a muerte y que no tenía más lugar de vida de cuanto el hambre aquejaba a los compañeros) a un rincón del navío, y, puestos ojos y corazón en el cielo, de donde todo el socorro viene, acordóse de Nuestra Señora de Candelaria, y encomendándose de todo corazón a ella, la invocó con muchas lágrimas en su favor, ofreciéndole su alma, que ya de la vida hacía poco caudal. El mozo estaba en el hervor de su oración, y una ave muy hermosa aparece sobre el navío volando de proa a popa y dándole muchas vueltas. Los del navío, que la vieron, alegráronse en extremo, porque ver ave y como paloma, que no se desvía mucho de tierra, era señal de que no estaban muy lejos de ella. Pero mirando más de propósito, vieron que la paloma tenía una cuenta grande al cuello, de que fue mayor su admiración. Y luego la dicha paloma se puso por la proa del navío, volando sosegadamente y volviendo la cabeza como haciendo señas que la siguiesen. Los buenos hombres, olvidando el hambre con tan buena vista y nuevas, gobiernan el navío hacia donde la paloma los guiaba. La cual los guió hasta meterlos en el puerto de la isla del Hierro, en paz y salvos, en breve tiempo, donde contaron el caso. Y rehaciéndose allí de lo necesario, navegaron para la isla de Tenerife; y como algunos de ellos en aquel viaje hubiesen prometido de ir a la casa de Nuestra Señora, llegados allá y haciendo oración, hallaron que la santa imagen de Candelaria tenía colgada de la mano la misma cuenta que la paloma llevaba al cuello; y mirando y remirando en ello, se afirmaron ser así, y así se tomó por testimonio y se pintó en la dicha iglesia de Nuestra Señora; y yo lo averigüé y saqué en limpio.
De otro navío que Nuestra Señora libró.
El año de mil quinientos setenta y seis, yendo un navío de Pedro Belo, de estas islas para España, en el cual iba el bachiller Felipe Machado, beneficiario que es ahora del Realejo, y estando ya de los cabos adentro, vieron venir por su estera y popa dos navíos de corsarios que venían a ellos con tiempo hecho, estando el triste navío en calma muerta. Viéndose así los del navío isleño, y que los enemigos se le acercaban más y más (aunque tenían tragada la muerte, porque el día antes los portugueses de Lagos habían tomado un pataje de los mismos corsarios con quince hombres y los habían ahorcado), determinados de rendirse y darse, porque otro remedio no tenían, encomendádose algunos de ellos a Nuestra Señora de Candelaria, patrona suya, con mucha devoción y lágrimas. Y no les faltó, porque luego en ese punto milagrosamente se mudó el tiempo, y dando en popa al navío que estaba en calma, salió con mucha ligereza; y los enemigos, como s8i estuvieran atados, se quedaron en calma, sin bullirse ni poderlos seguir; y así se fueron con libertad a puerto seguro.
De nueve hombres que en un batel quebrado vinieron a Candelaria desde la costa de Málaga.
Cosa muy averiguada y notoria es en toda esta isla, y muy sabida entre los viejos de ella, de que, navegando por la costa de Málaga un navío, le dio tan recio temporal que, no pudiendo sufrirlo, se abrió y fue a fondo sin remedio. Los que en el navío iban, tenían noticia de la imagen de Candelaria y de los milagros que obra con los que la invocan, principalmente con os mercantes; y ofreciéronse todos a ella, llamándola con la devoción que unos hombres atribulados y con la muerte al ojo la llamarían. Y haciendo y diciendo, echan el batel al mar, que de un golpe les echó luego un rumbo fuera; y con estar así, salta en él nueve hombres, que casi de pie no cabían, a buen Dios. La mar andaba alta, el batel quebrado, los que en él iban desmayados, sin carta de marear ni aguja ni, aunque la llevaran, les fuera de provecho. Pero llevaban la verdadera carta, cuyos rumbos y puntos siguiendo, es imposible dejar de alcanzar puerto seguro de salvación. Llevaban, digo, en sus corazones la memoria de la Candelaria, y en sus bocas el dulce nombre de María. Y así, sin saber cómo ni por dónde hubiesen navegado, se ven venir (cosa maravillosa) a la playa de Candelaria y desembarcan en ella sanos y salvos, no sin grande admiración suya y de los que lo vieron venir y oyeron las maravillas que referían. Y para memoria de esto sacaron el batel y lo pusieron a la puerta de la iglesia, donde largo tiempo estuvo.
De un hombre llamado Alfaro, que, viniendo en un navío, dieron corsarios con él
Un hombre honrado y principal de La Orotava, pueblo de esta isla, llamado Fulano de Alfaro, viniendo en un navío, dieron corsarios con él. Y peleando los unos con los otros, murieron muchos de ambas partes. El dicho era muy devoto de Nuestra Señora de Candelaria y siempre tuvo en memoria y se encomendaba a ella cuando estaba peleando. Y no le faltó su favor, porque, aunque eran muchos contra él y le daban de cuchilladas por un cabo y por otro, no le hacían más daño que en la ropa, la cual tenía toda atasajada; y principalmente el sombrero no tenía cosa sana, y la cabeza sin ninguna herida, habiendo recibido tantas; y en memoria y agradecimiento está el sombrero y la espada en la iglesia.
De un navío que fue libre de una gran tormenta que le dio, por medio de las reliquias de Nuestra Señora de Candelaria.
Un navío que de esta isla partió para Indias, en medio de este ancho mar dio una gran tormenta, que estuvo muchas veces perdido y anegado. Los que en el navío iban (que los más eran isleños), viendo el peligro tan manifiesto en que estaban, acudieron a su remediadora, patrona y abogada, la Candelaria. Y el piloto sacó de su arca una candelita de las que en la casa de esta Señora se dan los romeros, y otras reliquias de las ropas de Nuestra Señora que tenía, y atándolas a un cabo de una línea, las echó al hinchado y espumoso mar, con la más devoción que pudo. Cosa admirable, las olas que batiendo el navío lo traían de mal arte y lo tenían casi deshecho, parece que huyen de él y se arredran y se apartan, y en ese punto cesa la tempestad y queda el mar tranquilo, el aire sosegado, el navío en calma y los pasajeros consolados y agradecidos. El piloto, que, vió el fruto de su devoción por medio de sus reliquias, estímalas en más que hasta allí y las va a querer sacar del agua para guardarlas. Y tirando de la cuerda, no las halla, que no fue poco desconsuelo para él, ni poco el cuidado en que a los demás puso, pensando qué se hubiesen hecho. Sucedió ahí a dos o tres días, andando el piloto en la cámara de popa, buscando no sé qué, topó con sus reliquias atadas y envueltas en un poco de ropa que allí estaba, que no poco contento recibió él y los compañeros con el hallazgo.

La Virgen de Candelaria tras la conquista Imagen de la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias, en el camarín con manto marrón o canelo.La imagen fue robada por los españoles pero devuelta tras una peste que ellos atribuyeron al robo sacrílego. Más tarde, cuando los españoles conquistaron la isla, la devoción ya estaba allí arraigada. En 1526 se edificó el santuario por los muchos prodigios que Dios obraba por Nuestra Señora de la Candelaria.De las Islas Canarias la devoción se propagó a América. Hernán Cortés llevaba al cuello una medalla de esta imagen. En 1826 la imagen se perdió víctima de una inundación. Se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer los mares de entre las islas, se removió el litoral desde la playa a la Cueva de San Blas; pero todo fue en vano, pues la imagen no apareció, aunque posteriormente fue creada una réplica que actualmente está en la basílica. En la noche del seis al siete de noviembre de 1.826, se produjo un temporal que ocasionó numerosos destrozos, arrasando el castillo de San Pedro y arrastrando al mar la imagen de la Virgen, la ermita y parte del convento. Después de una búsqueda infructuosa se decidió encargar una nueva talla que sustituyera a la desaparecida. Para ello se eligió al imaginero orotavense Fernando Estévez. La desamortización extinguió, en 1835, las órdenes religiosas en España. En 1836, los religiosos dominicos son expulsados del Santuario y el Estado se incautó de los bienes del convento y de las joyas que se salvaron de un incendio y del aluvión. Quedó la Virgen al cuidado del cura Juan Fernández del castillo, quien con notables esfuerzos mantuvo la dignidad del culto después del expolio al que fue sometida la ermita y el convento. También hemos de recordar la labor del mayordomo Lorenzo de Barrios, natural de Igueste , quien con su esfuerzo personal hizo lo posible por recuperar el tesoro de la Virgen. En 1.860 se devolvieron los bienes incautados por la Desamortización, los edificios estabanen muy mal estado. De nuevo, comenzaron las obras de reconstrucción con la mediación del obispo Nicolás Rey Redondo. En 1.863 fue nombrado cura párroco Antonio de la Barreda y Paiva, a quien se debe, en gran parte, el resurgimiento de la festividad del 15 de agosto.
En 1599 el papa Clemente VIII la nombra Patrona de Canarias En esto influyó también que, en 1596, el futuro rey Felipe III se hubiese declarado protector y patrono de la Santa Imagen, cargo que mantuvieron sus sucesores. El monarca, tras subir al trono, se declaró patrono del Convento Real de Nuestra Señora de la Candelaria, de ahí el rango que lleva desde entonces. Por lo que es también el primer Santuario cristiano de Canarias en recibir el título de "Real". Más tarde, el 17 de julio de 1867, un Decreto del papa Pío IX, ordena que en cada diócesis solo hubiera un patrono principal, que tenía que ser aprobado por la Santa Sede. Por Decreto de 12 de diciembre de dicho año, el Vaticano designa a la Virgen de la Candelaria patrona principal de ambas Diócesis canarias y Patrona Principal del Archipiélago Canario, lo que se publica en los boletines oficiales canarios en 1868. Por Decreto de 16 de abril de 1914, otorgado por el Papa Pío X, se designa patrona principal de la Diócesis de Canarias (provincia de Las Palmas) a la Santísima Virgen del Pino. Pero aún así conservó para la Virgen de Candelaria los títulos de Patrona de Canarias y de Patrona Principal del Archipiélago Canario.
La Virgen de Candelaria fue coronada canónicamente el 13 de octubre de 1889. La talla de la Virgen de Candelaria se conviertió así en la segunda imagen mariana patrona de una comunidad autónoma de España en recibir la Coronación Canónica, tras la Virgen de Montserrat (Patrona de Cataluña). Le siguieron la Virgen del Pilar de Zaragoza (Patrona de Aragón), la Virgen de Covadonga (Patrona de Asturias) y la Virgen de los Desamparados (Patrona de Valencia). El 2 de febrero de 1672 se consagró la primera iglesia o ermita de la Candelaria, dada la pequeña capacidad y estado ruinoso del santuario anterior, un templo nuevo de tres naves y que fue destruido por un incendio (al igual que el convento) el 15 de febrero de 1789, reduciéndose a cenizas el archivo, así como la importante biblioteca de la basílica contigua. Religiosos y vecinos lograron salvar la imagen de la Virgen y otras tallas, que albergaron en la cueva de San Blas, donde permanecieron 14 años. En 1947 fue nombrado obispo de Tenerife Domingo Pérez Cáceres, que impulsó la construcción de una basílica monumental que magnificara la devoción por la virgen. Con planos del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, la Basílica de Candelaria se terminó en 1959.

La Virgen de Candelaria y el arte Guanche Monument, Santa Cruz. Lámina del libro de Olivia Stone (1887).En Santa Cruz de Tenerife se erigió en 1768 un monumento de mármol, conocido como Triunfo de la Candelaria por estar dedicado a la Virgen de la Candelaria que corona una pilastra piramidal, como se ve en el grabado de Olivia Stone.
En el Real Santuario del Cristo de La Laguna, se encuentra un óleo del siglo XVIII, de estilo barroco de la Virgen de Candelaria atribuido a Cristóbal Hernández de Quintana (1651-1725). Es interesante, indicar cómo desde mediados del siglo XVII, Nuestra Señora de Candelaria, fue representada en lienzos tal y como la encontrábamos en el Santuario. En esta imagen, se puede obsevar la antigua escultura revestida con ricos brocados y ataviada con rostrillo. Se encuentran cuadros suyos por toda Canarias, la península e Iberoamerica. También la Virgen de Candelaria ha sido protagonista de excepción en el arte del bordado canario. Dentro de la Basílica está el famoso cuadro de la Coronación Canónica.
Con motivo del traslado multitudinario de la Virgen de la Candelaria a La Laguna en mayo de 2009, el presidente de CajaCanarias, Álvaro Arvelo Hernández, inauguró la exposición “Vestida de Sol. Iconografía y memoria de Nuestra Señora de Candelaria”, que incluía 114 pinturas, esculturas y grabados sobre la imagen de la Virgen Nuestra Señora de Candelaria a través de los siglos. Las obras expuestas procedían de varias diócesis canarias y del exterior, instituciones públicas, privadas y particulares
Ajuares y mantos de la Virgen

Virgen de Candelaria, con manto rosado.Uno de los asuntos que más llaman la atención a los fieles es el ritual secreto de vestición de la virgen, ya que en las fechas cercanas al 2 de febrero y al 15 de agosto, la imagen es bajada en secreto del camarín hasta colocarla en un trono procesional repujado en plata, donde se la reviste con los mantos de festejos. De esta labor se encargan una cuadrilla de voluntarios y los frailes, todos ellos hombres, algo muy peculiar cuando lo habitual es que las imágenes marianas cuenten con una corte de camareras. La imagen se carga a mano al trono, donde se la viste y se le colocan las numerosas joyas, fruto de donaciones. Este "ritual" de vestición de la virgen también se efectúa durante todo el año, en la que se le cambia el color de los mantos conforme a los tiempos litúrgicos.
Mantos de la virgen
Mantos azules en infinidad de tonalidades (celeste, marino, turquesa etc...). El celeste fue regalado por la comunidad hindú de Canarias.
Mantos rojos en infinidad de tonalidades (claro, fuego, oscuro etc...). Algunos de ellos regalados por la comunidad de los Dominicos de Candelaria y la comunidad hindú.
Manto verde (dos de la misma tonalidad). Uno de ellos regalados por una familia de Garachico que actualmente viven en Madrid.
Manto morado o de penitencia.
Manto salmón o rosado.
Mantos blancos y de tisú (marfil, beis etc..).
Manto dorado (el original de la virgen).
Túnicas de la virgen
Dorada (tradicional).
Blanca.
Azul.
Coronas y joyas
La "Corona rica" es la que usa habitualmente en el camarín.
La "Corona fina" es la que usa en procesión.
Varias candelas de oro.
Rosarios de oro y piedras semipreciosas.
Diferentes anillos. 
"Virgen de Candelaria,

La más bonita, la más morena,
la que tiende su manto
desde la cumbre hasta la arena."
Derivaciones de la Virgen de Candelaria

Además de la Virgen de Candelaria, existen en Tenerife otras advocaciones marianas vinculadas a la Virgen de Candelaria y a su historia, entre ellas:
Virgen del Socorro de Güímar: Imagen que toma el nombre de cuando la Virgen de Candelaria, se apareció en Chimisay, el mencey guanche la intentó trasladar el mismo con sus propias manos, pero la talla experimentó un gran peso, hasta el punto que el rey hubo de pedir socorro a sus súbditos, para que lo ayudaran. La imagen de la Virgen del Socorro data de 1630 y se venera en la Iglesia de San Pedro Apóstol (Güímar), la iconografía de la imagen es la misma que la de la Virgen de Candelaria, solo que la Virgen del Socorro es blanca.
Virgen de Chinguaro: Imagen que es una pintura, y que toma el nombre en memoria de la estancia en la que estuvo la Virgen de Candelaria en la Cueva de Chinguaro, justo después de aparecerse la imagen a los guanches. La Cueva de Chinguaro era cueva-palacio del Mencey de Güímar, y fue (junto con la Cueva de Achbinico en Candelaria), el primer santuario cristiano de Canarias.

Virgen de Candelaria de Adeje: Talla de la Virgen de Candelaria que se conserva en la Ermita de Santa Úrsula en el municipio sureño de Adeje. Sobre su origen hay muchas teorías, hay quién dice incluso que pudiera ser la imagen original de la Virgen de Candelaria aparecida a los guanches. Aunque esta teoría no ha sido aún probada.

El 2 de febrero se celebra universalmente la Fiesta de la purificación de la Virgen, si bien en Canarias la festividad de Candelaria se celebra también en verano, el 15 de agosto, por ser ésta una fecha vinculada a antiguas festividades de los aborígenes de Canarias (guanches, y al día de esta aparición mariana).

En las fechas cercanas al 2 de febrero y al 15 de agosto (días de su fiesta), la imagen es bajada en secreto del camarín hasta colocarla en un trono procesional repujado en plata (que es uno de los dos tronos de plata que tiene, y que fue hecho por un artista lagunero), mientras la Virgen está en su trono procesional se coloca detrás de la mesa eucarística y delante del altar, un dosel colocado tras el trono procesional tapa la boca del vacío camarín.Danza de las Cintas, un acto omnipresente en la Fiesta de La Candelaria.En la noche del 14 al 15 de agosto se realiza la "Caminata a Candelaria" con gentes venidas de todas las islas y de fuera de ellas, y por supuesto de Tenerife. Cada 14 de agosto se celebra la romería ofrenda, floral y folclórica a la Patrona de Canarias en la que participan agrupaciones venidas de todas las Islas Canarias, además de cada uno de los municipios de Tenerife, con trajes típicos de magos, en la que le entregan a la virgen los productos típicos de la tierra. Al concluir esta manifestación folclórica ya al atardecer, tiene lugar la representación del hallazgo o aparición de la virgen a los guanches para después procesionar la sagrada imagen por las calles de la villa donde se tiran fuegos artificiales y se le canta el Himno a la Virgen de Candelaria. A la mañana siguiente ya el día 15 el "día grande" se hace una solemne misa precedida por el obispo de la Diócesis Nivariense, un representante del Rey de España y con presencia también del Presidente del Gobierno de Canarias, para después procesionar la imagen de la Virgen de Candelaria alrededor de la Plaza de la Patrona de Canarias.

Aproximadamente en 1392 se aparece bajo la advocación de Virgen de la Candelaria a dos pastores guanches en Canarias, España El término guanche se aplica genéricamente a los diversos pueblos prehispánicos de origen bereber que habitaban las Islas Canarias antes de la conquista castellana, que ocurrió entre 1402 y 1496. Se los califica dentro del término "aborigen".

Comentarios



PON TU MANO

GRAN MAESTRE DE LA OSMTH

GRAN MAESTRE DE LA OSMTH

ROSA

yo y mi yuna

yo y mi yuna