tributo al menor Maximo Flores Limachi


A sus 24 años Claudia Flores Limachi era una madre muy joven para encarar la enorme responsabilidad de criar a sus tres hijos sola. A pesar de las dificultades, no se acobardó y trabajaba vendiendo salchipapas y hamburguesas para garantizar la alimentación de sus pequeños Máximo (10), Evelyn (5) y María (3), desde que el padre de los niños la abandonara por segunda vez para irse a la Argentina.

No existe un vecino en Oronkota que no reconozca su valor. “Todos la admirábamos, era una mujer que vivía para sus hijos, que sufría por no poder darles mejores alimentos o ropa nueva, siempre la poníamos de ejemplo a nuestras hermanas y la ayudábamos como podíamos porque era valiente y muy buena mamá” cuenta Franz Guarayo, el vecino que descubrió junto a la mejor amiga de Claudia la terrible escena del crimen más espantoso que se haya cometido en la región.

El miércoles 11 de mayo, una comerciante llamada María, llegó hasta la habitación en la que vivía Claudia junto a sus hijos, en la avenida Circunvalación e Inkachaca. “María dijo que estaba extrañada porque su amiga no había salido a vender y había tenido un sueño muy feo con ella noche antes, se lo comentó a su esposo y él le aconsejó que viniese a verla, yo estaba en el internet y me pidió que la acompañe”, recuerda Guarayo.

Claudia y sus hijos vivían desde hace un mes en una habitación de adobe en medias aguas, al lado de una construcción en etapa de obra gruesa de dos pisos. La propietaria Vilma Romero, contó que se apiadó de la pobreza de la mujer y los niños por lo que decidió darle el cuarto gratis, con la única condición de que ella asistiera a las reuniones de la OTB en su representación.

El miércoles, María y Franz Guarayo tocaron la puerta de madera del cuarto de Claudia pero nadie abrió. Se fijaron en que la chapa estaba amarrada con un cable y decidieron entrar.

“El olor era terrible, yo iba a vomitar pero no lo hice porque vi a una niña viva y mi corazón se quebró” dice Guarayo. En la habitación había una cama, una colchoneta, una cocineta, ollas y platos desparramados. En la cama fue hallado Máximo (7), con la cabeza destrozada y el cuerpo ensangrentado. A los pies del niño estaba su hermana Evelyn (5), con la cabeza golpeada y el rostro hinchado, pero viva. “Le hablé y me miró, pero estaba como ida, no respondía”. En medio de las ollas y cerca de la cocineta, fue hallada María (3). “Tenía los ojitos morados e hinchados, su cabecita golpeada, ella me reconoció porque siempre va a jugar con mi sobrina y me estiró su manito como pidiendo ayuda, las dos estaban sin ropa de la cintura para abajo, las sacamos en un aguayo y una cortina con un policía que llegó en moto”. Claudia Flores yacía muerta en el suelo, a dos metros de la cama. “Esa pobre mujer tenía la cabeza destrozada y su rostro estaba irreconocible, no tenía dientes”, rememora Guarayo. Las niñas fueron trasladadas hasta el hospital México, pero de allí las derivaron al pediátrico Manuel Ascencio Villarroel por la gravedad de sus lesiones.

En la requisa del cuarto el fiscal César Pedro halló el arma con la que la familia fue brutalmente atacada, presumiblemente por la expareja y padre de los tres niños. Se trata de un combo (martillo grande y pesado que se usa para quebrar piedras).

BLOQUEO Por tres horas los vecinos de Oronkota bloquearon la avenida Villazón, carretera a Sacaba, pidiendo justicia. Montaron allí la capilla ardiente y velaron los cadáveres de Claudia Flores y su hijito Máximo, exigiendo que el Ministro de Justicia llegue y se comprometa a esclarecer y castigar al asesino. Una larga fila de dolientes se acercó hasta el ataúd café de Claudia y el féretro blanco de Máximo,

“Ella presentía que iba a matarla”
“El sábado había una fiesta frente a la casa y Claudia me rogó que la acompañe, no quería volver a su cuarto, quería amanecerse para no ver a su marido, le tenía miedo”, contó ayer Epifania, una vecina y amiga de la joven madre.

Según su relato, Claudia había sido abandonada dos veces por Raúl Sánchez, el padre de sus hijos.

“Ella me dijo que ya una vez lo había perdonado cuando él volvió de Argentina y le pidió disculpas, pero otra vez la dejó sola con los niños y por unos dos años ni la llamó; recién volvió y ella lo rechazó, el sábado Claudia vendió salchipapas hasta la una de la mañana en la esquina de su casa y me dijo que esta vez no lo iba a perdonar, le tenía miedo y quería ir a la fiesta porque le tenía miedo y podía matarla pero yo no podía acompañarla por mi bebé.

Él la miraba feo desde la puerta de la habitación y ella tuvo que entrar, fui la última en verla viva”, relata apenada.

Vilma Romero, la dueña de casa, dijo que no extrañó la presencia de Claudia y sus hijos porque el viernes ella había comentado que iba a viajar con sus hijos a Villazón Potosí, de donde era oriunda.

“Pensamos que había viajado a la casa de su madre, porque ése era su plan, nunca me imaginé que este hombre sería capaz de algo así”.
LA MÁS PEQUEÑA FUE OPERADA AYER
Despertaron las niñas y no recuerdan nada
Gisela Alcócer Caero

Evelyn abrió los ojos en la sala Piolín del hospital pediátrico Manuel Ascencio Villarroel y vio que en la cama que estaba frente a la suya había otra niña completamente dormida. No recuerda nada de lo que le sucedió en sus cinco años de vida. ¿Cuál es su nombre?, ¿cuántos años tiene?, ¿por qué está ahí?, ¿quién la llevó?, ¿quién era la niña que veía frente a ella?, ¿quién era su mamá?, ¿por qué esta tan solita?... sólo preguntas sin respuestas.

“Ninguna de las dos niñas va a recordar nada de lo que les ocurrió”, dijo el director de este centro médico, Vladimir Rojas, quien explicó que por haber sufrido mucho físicamente, hasta el grado de entrar en coma, su cerebro, al igual que el de su hermana María, borró todo lo que ha vivido. “Yo creo que van a tener que contarles lo que les pasó, porque ellas nunca recordarán nada”, dijo el experto.

Las dos pequeñas despertaron ayer a una nueva vida, en la que la madre y el hermano mayor al que no recuerdan ya no están.
Tras la paliza que les habría dado su propio padre, a quien además acusan de ser el asesino de su madre y hermano pasaron cuatro días en un estado de coma profundo que les permitió vivir, según el pediatra que las atendió en el centro al que fueron trasladadas.

“En los 20 años que tengo como pediatra nunca he visto a un niño en tan mal estado. Los huesos de sus cabezas estaban en el mismo estado en el que queda una sandia que es arrojada desde el segundo piso de un inmueble y, sin embargo, sus cerebros están intactos”, dijo Vladimir Rojas, quien explicó que la niña menor fue intervenida para levantar los hundimientos de los huesos del cráneo.

Pero, ¿cómo sobrevivieron sin comida y bebida por cuatro días?, es una respuesta que nadie se anima a dar. Probablemente se debió a que eran niñas bien alimentadas, porque su madre las cuidaba bien, o tal vez sea una prueba de que Dios existe y que ése no era el momento en el que quería llevarlas a su lado.

“Ya no están en riesgo sus vidas, pero no deja de ser delicado su estado por las lesiones que han tenido”, dijo el médico, quien además explicó que no están en la sala de terapia intensiva y que ambas tienen “múltiples fracturas de cráneo graves.
Se les ha realizado placas radiográficas a ambas niñas y sólo se ha observado que tienen golpes contundentes en la cabeza. Ninguna otra parte del cuerpo presenta otra lesión.

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