MONTE DE LA PERFECCION

La intensa y radical búsqueda de la unión con Dios de San Juan de la Cruz, es explicada también con un dibujo, que ilustró la primera edición de Subida al Monte Carmelo.



San Juan de la Cruz realizó varios esquemas o dibujos con el título de Monte Carmelo o Monte de la Perfección. Repartió más de 50 de estos dibujos, ninguno de cuyos originales se conserva. Sí en cambio algunas copias.

El dibujo da fuerza, detalles y argumentos de lo que explica en la introducción de su libro Subida del Monte Carmelo:

“Trata de como podrá un alma disponerse para llegar en breve a la divina unión. Da avisos y doctrina, así a los principiantes como a los aprovechados, muy provechosa para que sepan desembarazarse de todo lo temporal , y no embarazarse con lo espirititual…”.

El recto camino de la perfección, representado en el centro de la imagen, debe evitar la senda de la derecha, que supone la entrega de nuestro corazón a los placeres del mundo, a la honra, la fama, el reconocimiento.

Pero es también importante que no transite por la senda representada a la izquierda, la de aquellos que se acercan a la religión buscando, paz, tranquilidad, incluso dones sobrenaturales y visiones místicas.

Tanto peligro ve San Juan de la Cruz en la persecución de los bienes de la tierra, el camino del espíritu errado: poseer, gozo, saber, consuelo, descanso. Como en el de los bienes del cielo, el camino del espíritu imperfecto: gloria, gozo, saber, consuelo, descanso.

En su lugar el camino central de la perfección tiene una palabra inquietante y repetida que nos anuncia que este autor no propone suavidades sino asperezas: nada, nada, nada, nada, nada.

En la cima podemos leer: “Sólo mora en este monte la gloria y honra de Dios”.

Orientan en este mapa espiritual frases de este tipo:



Para venir a gustarlo todo,

no quieras tener gusto en nada.

Para venir a saberlo todo,

no quieras saber algo en nada.

Para venir a poseerlo todo,

no quieras poseer algo en nada.

Para venir a serlo todo,

No quieras ser algo en nada.


Con este prólogo gráfico el autor nos anuncia una propuesta sin compromisos, radical, donde no tienen cabida las componendas sino sólo la entrega total. Es la propuesta del Carmelo Descalzo, reforma que inicia Teresa de Jesús y a la que fray Juan de la Cruz  da su respaldo filosófico, siempre basado en la Sagrada escritura:

“El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que la perdiere por mí, la encontrará”

“si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz de cada día y me siga”


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