ABERRACIONES A CAUSA DE LA RADIOACTIVIDAD

El 6 de agosto de 1945 a las 8:15 la primera bomba atómica cayó sobre Hiroshima matando en un instante entre 70 y 80.000 personas e hiriendo a otras 70.000 más. Supongo que muchos de vosotros habréis visto imágenes por eso quiero mostraros este terrible suceso desde otro punto de vista, el de los recuerdos de los supervivientes y las imágenes que se quedaron grabadas en su memoria y que nunca pudieron olvidar.
La fundación UCLA de ayuda psicológica a los supervivientes, les pidió en un estudio que reflejaran en papel y tinta una imagen que recordaran de aquel día, y con todos los dibujos se realizo una exposición que si alguna vez vais a Hiroshima podréis ver expuesta en el “Hiroshima Peace Memorial Museum”.


Aquí os dejo alguno de ellos, debajo de cada dibujo esta en este orden el nombre del autor, la edad que tenia aquel 6 de agosto y lo que representa el dibujo.
Os advierto que pese a ser dibujos algunos son muy fuertes, a mi me han impresionado casi más que las fotos.

magen en la que se ve un bebe afectado por las bombas.
Generaciones posteriores nacieron con deformaciones provocadas por la radiación
Una niña de nueve años, hidrocefálica, nacida cerca de la zona del accidente. Como ella, muchos otros niños son víctimas de la radioactividad.
© Greenpeace

Los supervivientes sufrieron grandes quemaduras y la mayoría murieron a causa de la radiación tiempo después

VÍCTIMA DE LA RADIACIÓN
Sanjiro Masouda, a quien se le está investigando la radiactividad con un contador Geiger, pasó 16 tristes meses en un hospital, después del error de Bikini. Se describió a si mismo como «un gran gusano en proceso de putrefacción». Cada marinero cobró US$ 4.500 de los EE.UU. Los japoneses tuvieron que desechar 100.000 kilos de pescado

La radiactividad no respetó los límites de la Zona de Exclusión: Naciones Unidas calcula que el área contaminada radiactivamente es de 160.000 km2, lo que equivale a casi un tercio de la extensión del territorio del Estado español, o al tamaño de Holanda.
Los daños a la salud pública causados por la radiactividad que actualmente se conocen parece que sólo serán la punta del iceberg, puesto que muchas enfermedades pueden tardar décadas o incluso generaciones en manifestarse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que se producirán, sólo en territorio de la antigua Unión Soviética, más de 500.000 muertes cuando hayan transcurrido 25 años de la catástrofe.
En abril de 2000, coincidiendo con el 14º aniversario del accidente de Chernóbil, la ONU publicó un informe donde se recapitulaba sobre sus devastadoras consecuencias. El número de personas afectadas en las repúblicas de Bielorrusia, Ucrania y Rusia se calcula en más de 7 millones, 3 de los cuales son niños. Todavía viven 1,8 millones en zonas fuertemente contaminadas por la radiactividad. Los muertos por la catástrofe se cifraba ya en 165.000 y su número seguirá creciendo durante años.

Aunque el número de leucemias detectados es más bajo de lo que se esperaba, la incidencia de cáncer de tiroides en niños menores de 14 años ha doblado ya la cifra prevista para el 2006, que es cuando se esperaba la incidencia máxima. En la actualidad hay 380.000 niños afectados.
La combinación de vivir en una tierra contaminada y el consumo de alimentos afectados por la radiactividad está incrementando y agudizando los daños sobre la salud.
Además de las víctimas mortales, ya mencionadas, y las malformaciones congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones, están apareciendo entre la población nacida después del accidente (los Niños de Chernóbil), los índices de diversas enfermedades están aumentando en todo el área afectada.
El coste económico de la catástrofe se ha cifrado en más de 40 billones de pesetas. Como dato significativo, el Gobierno de Bielorrusia destinó en 1995 el 13,5% de su Producto Interior Bruto a intentar paliar las consecuencias del accidente, aunque necesitaría al menos el 40% del mismo para cubrir todas sus necesidades

Veinte años despues de la catástrofe nuclear de Chernobil, científicos y organizaciones especializadas siguen intentando establecer las cifras exactas de víctimas que causó la explosión y la nube radioactiva que cubrió parte de Europa. Todos coinciden en que se trata de una tarea casi imposible.
Entrevistados: Alfredo Pena Vega, investigador del Centro de estudios
transdisciplinarios de la Escuela de Altos Estudios de París; Georges Waysand, físico del Centro francés de investigaciones; doctor Siarhei Dzarhach, médico del hospital de Narowlya en Bielorrusia

El Dr. Zenad Mohammed, que trabaja en la maternidad del Hospital Técnico de Basora, declaró que en los tres meses siguientes a agosto de 1998 nacieron 10 bebés sin cabeza, ocho con cabezas anormalmente grandes y seis con extremidades deformadas, según recoge el 8 de septiembre de 1999 la página de World Socialist Web Site. El periódico británico The Guardian se hizo eco del informe de la maternidad de Basora en el que se afirmaba que los casos de cáncer se habían disparado de 80 en 1990 a 380 en 1997. Phil Gardner cita al Dr. Basma al-Asam, ginecólogo en el Hospital Manoon de Bagdad, cuando declara: “[…] hace siete años que soy testigo de esto y va en aumento. No sólo vemos a niños que nacen con malformaciones congénitas, sino abortos espontáneos muy tardíos debido a las malformaciones. Antes podíamos ver quizás un caso al mes. Ahora son dos o tres casos al día”. Dos o tres casos al día equivalen a 1.000 casos al año en un solo hospital


La central nuclear de Chernóbil (Чернобыльская АЭС им. В.И.Ленина – Central eléctrica nuclear memorial V.I. Lenin) (51°23′14″N 30°06′41″E / 51.38722, 30.11139) se encuentra en Ucrania, a 18 km al Noroeste de la ciudad de Chernóbil, a 16 km de la frontera entre Ucrania y Bielorrusia y a 110 km al norte de la capital de Ucrania, Kiev. La planta tenía cuatro reactores RBMK-1000 con capacidad para producir 1.000 MW cada uno. Durante el periodo de 1977 a 1983 se pusieron en marcha progresivamente los cuatro primeros reactores; el accidente frustró la terminación de otros dos reactores que estaban en construcción. El diseño de estos reactores no cumplía los requisitos de seguridad que en esas fechas ya se imponían a todos los reactores nucleares de uso civil en occidente. El más importante de ellos es que carecía de edificio de contención.

El núcleo del reactor[1] estaba compuesto por un inmenso cilindro de grafito de 1.700 t, dentro del cual 1.600 tubos metálicos resistentes a la presión alojaban 190 t de dióxido de uranio en forma de barras cilíndricas. Por estos tubos circulaba agua pura a alta presión que, al calentarse, proporcionaba vapor a la turbina de rueda libre. Entre estos conductos de combustible se encontraban 180 tubos, denominados «barras de control», compuestos por acero y boro que ayudaban a controlar la reacción en cadena dentro del núcleo del reactor.

El Accidente

En agosto de 1986, en un informe enviado a la Agencia Internacional de Energía Atómica, se explicaban las causas del accidente en la planta de Chernóbil. Éste reveló que el equipo que operaba en la central el sábado 26 de abril de 1986 se propuso realizar una prueba con la intención de aumentar la seguridad del reactor. Para ello deberían averiguar durante cuánto tiempo continuaría generando energía eléctrica la turbina de vapor una vez cortada la afluencia de vapor. Las bombas refrigerantes de emergencia, en caso de avería, requerían de un mínimo de potencia para ponerse en marcha (hasta que se arrancaran los generadores diésel) y los técnicos de la planta desconocían si, una vez cortada la afluencia de vapor, la inercia de la turbina podía mantener las bombas funcionando.

Para realizar este experimento, los técnicos no querían detener la reacción en cadena en el reactor para evitar un fenómeno conocido como envenenamiento por xenón. Entre los productos de fisión que se producen dentro del reactor, se encuentra el xenón (Xe), un gas muy absorbente de neutrones. Mientras el reactor está en funcionamiento de modo normal, se producen tantos neutrones que la absorción es mínima, pero cuando la potencia es muy baja o el reactor se detiene, la cantidad de 135Xe aumenta e impide la reacción en cadena por unos días. Cuando el 135Xe decae es cuando se puede reiniciar el reactor.

Los operadores insertaron las barras de control para disminuir la potencia del reactor y esta decayó hasta los 30 MW. Con un nivel tan bajo, los sistemas automáticos detendrían el reactor y por esta razón los operadores desconectaron el sistema de regulación de la potencia, el sistema refrigerante de emergencia del núcleo y otros sistemas de protección. Estas acciones, así como la de sacar de línea el ordenador de la central que impedía las operaciones prohibidas, constituyeron graves y múltiples violaciones del Reglamento de Seguridad Nuclear de la Unión Soviética.

Con 30 MW comienza el envenenamiento por xenón y para evitarlo aumentaron la potencia del reactor subiendo las barras de control, pero con el reactor a punto de apagarse, los operadores retiraron manualmente demasiadas barras de control. De las 170 barras de acero al boro que tenía el núcleo, las reglas de seguridad exigían que hubiera siempre un mínimo de 30 barras bajadas y en esta ocasión dejaron solamente 8. Con los sistemas de emergencia desconectados, el reactor experimentó una subida de potencia extremadamente rápida que los operadores no detectaron a tiempo. A la 1:23, cuatro horas después de comenzar el experimento, algunos en la sala de control comenzaron a darse cuenta de que algo andaba mal.

Cuando quisieron bajar de nuevo las barras de control usando el botón de SCRAM de emergencia (el botón AZ-5 «Defensa de Emergencia Rápida 5»), estas no respondieron debido a que posiblemente ya estaban deformadas por el calor y las desconectaron para permitirles caer por gravedad. Se oyeron fuertes ruidos y entonces se produjo una explosión causada por la formación de una nube de hidrógeno dentro del núcleo, que hizo volar el techo de 100 t del reactor provocando un incendio en la planta y una gigantesca emisión de productos de fisión a la atmósfera.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que se producirán, solo en territorio ex soviético, más de 500.000 muertes al transcurrir 25 años de la catástrofe. En Abril de 2000 la ONU publicó un informe donde se recapitulaba sobre sus devastadoras consecuencias. El número de personas afectadas en las repúblicas de Bielorrusia, Ucrania y Rusia se calcula en más de 7 millones, 3 de los cuales son niños

Aunque el número de leucemias detectadas es más bajo de lo que se esperaba, la incidencia de cáncer de tiroides en niños menores de 14 años ha doblado ya la cifra prevista para el 2006, que es cuando se esperaba la incidencia máxima. Según las estimaciones del informe realizado por el Director general de la OMS, en los países más afectados se ha diagnosticado cáncer tiroideo a aproximadamente 5.000 personas que eran niños o adolescentes en el momento del siniestro. Además, es probable la notificación de nuevos casos de cáncer tiroideo en las próximas décadas
Por otro lado, también se estima en casi 9.000 el exceso de defunciones por cáncer entre los trabajadores de operaciones de limpieza, los evacuados y los residentes de la regiones muy o poco contaminadas de Bielorrusia, la Federación de Rusia y Ucrania.

En la actualidad, más de cinco millones de personas viven en zonas todavía contaminadas con material radiactivo. Muchos de ellos sufren niveles elevados de ansiedad, síntomas físicos muy diversos sin explicación médica y una mala salud subjetiva en comparación con los habitantes de zonas no expuestas. La desafortunada combinación de vivir en tierra contaminada y el consumo de alimentos afectados por la radioactividad está incrementando y agudizando los daños sobre la salud

Además de las víctimas mortales ya mencionadas y las malformaciones congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones, están apareciendo entre la población nacida después del accidente, los índices de diversas enfermedades están aumentando en todo el área afectada. Llevando a 380.000 la cifra de los niños afectados.

Actualmente en España se encuentran en funcionamiento 6 centrales nucleares, todas ellas en la península, 2 de las cuales disponen de 2 reactores cada una (Almaraz y Ascó), por lo que suman 8 reactores de agua ligera, con una potencia total instalada de 7.728 MWe.

Existe otra central nuclear que ha finalizado su vida útil, José Cabrera, y otra más en fase de desmantelamiento, que es la de Vandellós

además de las víctimas mortales ya mencionadas y las malformaciones congénitas y deformaciones que, como consecuencia de las mutaciones, están apareciendo entre la población nacida después del accidente, los índices de diversas enfermedades están aumentando en todo el área afectada. Llevando a 380.000 la cifra de los niños afectados.

Actualmente en España se encuentran en funcionamiento 6 centrales nucleares, todas ellas en la península, 2 de las cuales disponen de 2 reactores cada una (Almaraz y Ascó), por lo que suman 8 reactores de agua ligera, con una potencia total instalada de 7.728 MWe.

Existe otra central nuclear que ha finalizado su vida útil, José Cabrera, y otra más en fase de desmantelamiento, que es la de Vandellós



Las partículas radiactivas liberadas en Afganistán equivalen a 100.000 bombas atómicas de Nagasaki.
El Ministerio de Sanidad afgano miente sobre la contaminación radiactiva.
Alfredo Embid.
La agencia Reuters el 19 de abril de 2008 informaba de que el gobierno afgano se proponía investigar si los Estados Unidos utilizaron uranio empobrecido durante la invasión de Afganistán en 2001, y si esto podría estar vinculado a las malformaciones de bebés que están saliendo a la luz.
Faizullah Kakar, diputado afgano, Ministro de Salud Pública para los Asuntos Técnicos, dijo que el gobierno afgano tiene previsto investigar el asunto.
"Hemos decidido hacer un estudio para ver lo que está sucediendo. Vamos a tomar muestras de suelo, rocas, el agua en los diferentes ámbitos en los que la guerra había tenido lugar en el pasado y mirar en la misma zona para ver si hay un exceso de malformaciones en los bebés. Entonces podremos decirles lo que está sucediendo. Pero hasta entonces aún es especulación. En Afganistán, tenemos muchos problemas con deficiencia nutricional, al igual que de ácido fólico. Por lo tanto, es difícil saber si es debido al uranio empobrecido o debido a algunos problemas de nutrición o algunas otras cuestiones genéticas (2)".
La misma agencia Reuters el 20 de abril 2008, es decir un día después del comunicado anterior, informó que el Ministerio de Salud Pública dijo que no había evidencia de contaminación nuclear en las montañas de Tora Bora de Afganistán oriental.
"El Ministerio de Salud Pública, hasta el momento, no dispone de información de cualquier fuente oficial sobre la presencia de contaminación nuclear en Tora Bora y no ha puesto en marcha ninguna investigación al respecto. El ministerio aún no tiene plan para una investigación de ese tipo"(3)
La "prestigiosa" agencia Reuters difunde sus comunicados a todos los medios de comunicación del planeta. Obedientemente todos los medios de comunicación se limitan a copiarlos; aderezándolos ocasionalmente con cambios de redacción irrelevantes y con algunas notas personales en el mejor de los casos. Pero nunca cuestionando el contenido básico de la información que les transmite Reuters o las otras grandes agencias de información.

Este caso es un ejemplo mas de información manipulada con todas las reglas de la objetividad periodística.

Lo que Reuters está diciendo es cierto. Pero no cuestionamos esto.
Porque desde hace años cualquier medio de comunicación aunque esté localizado en Villaconejos (y no digamos las grandes agencias) dispone de elementos para cuestionar la información que da el Ministerio de Sanidad Afgano.
Pero no lo hacen.
Pon, por ejemplo, en Google (búsqueda avanzada) las palabras "Afganistán radiactividad" y obtienes 60.300 referencias y enlaces a artículos sólo en español y desde las primeras páginas la mayoría contienen información que contradice la afirmación del ministerio.
Las montañas de Tora Bora en el este de Afganistán fueron la zona más fuertemente bombardeadas por aviones de EE.UU. a finales de 2001.
En la versión oficial los bombardeos estaban dirigidos a los líderes de Al-Qaeda supuestamente responsables del ataque del 11 de Septiembre a las Torres Gemelas y al Pentágono. Es absolutamente impresentable que la organización virtual Al-Qaeda fuera responsable de los ataques a las Torres Gemelas fundamentalmente porque es una creación de los servicios de inteligencia de EEUU.

Se dijo que Al Qaeda y los talibanes se habían refugiado en cuevas, lo que proporcionaba una coartada perfecta para utilizar un nuevo tipo de bombas penetrantes con cabezas de uranio que ya estaban disponibles.
Así que se utilizaron los nuevos juguetes del Pentágono, aunque no admitieron nunca que el material penetrante de las cabezas fuera uranio

El Dr. Miraki ha publicado un libro que ya presentamos en un boletín anterior (1) donde se muestran algunas impresionantes consecuencias de la contaminación radiactiva sobre los niños afganos















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