Los Santos Incorruptos Parte No. 2

Santa Rita de Cascia Nacida en 1381, Santa Rita tuvo problemas familiares desde que se casó a la edad de 15 años. Su marido le pegaba brutalmente, la pateaba y la insultaba por su disgusto al perder dinero en el juego. Tuvo dos hijos que, pese a la influencia de Rita, se tornaron malvados a partir de las enseñanzas de su padre. Su marido murió de manera violenta, pero por concesión Divina a las oraciones de Rita, se arrepintió antes de morir. También sus hijos murieron a una edad temprana, arrepintiéndose antes de fallecer. Luego de muchas dificultades y de forma milagrosa, Rita logra ingresar al convento de las Hermanas Agustinas, donde a la edad de sesenta años recibe en su frente el Estigma de la Compunción. Una espina de la Corona del Señor había atravesado su propia carne. En sus últimos dieciséis años de vida Rita llevó este signo externo y doloroso de estigmatización y unión con Cristo, muriendo el 22 de mayo de 1457. Cuando Rita fue beatificada, en 1627, su cuerpo fue encontrado en el mismo estado en que estaba al momento de su muerte, ocurrida más de ciento cincuenta años atrás. Su cuerpo había cambiado de posición a lo largo de los años. En la actualidad, los visitantes suelen sentir un dulce aroma que proviene de su cuerpo. Partes del rostro de Rita han sido recubiertos de cera.
Santa Clara de Asís La conocida compañera de aventuras espirituales de San Francisco de Asís, nació en 1194 y entró al Reino de Dios en 1253. En el año 1260, el 3 de octubre, sus restos fueron trasladados de la capilla de San Jorge, Asís, y enterrados muy profundo en tierra, debajo del altar mayor de la nueva iglesia, bien lejos del alcance y la vista de los visitantes. Después de estar escondidos por seis siglos y luego de mucha búsqueda se los encontró en 1850 (al igual que los restos del mismo San Francisco). En medio del inmenso gozo de los habitantes de Asís, el 23 de setiembre de ese año el ataúd fue abierto encontrándose el cuerpo y la ropa reducidos a polvo, pero sus huesos estaban en perfecto estado de preservación, desafiando las leyes de la naturaleza. Finalmente, el 29 de setiembre de 1872, los huesos de la Santa fueron trasladados con gran pompa por quien luego fue León XIII a la cripta de Santa Clara, donde se los puede ver en la actualidad.
Santa Margarita María Alacoque Nacida en 1647 en Janots, un pequeño pueblo de Burgundy, Francia. Fue la quinta hija de una familia de siete niños, y sufrió desde niña de un severo reumatismo. A la edad de veinte años, inspirada por una visión, ella decide ingresar a un convento. Pasados pocos años empezó a tener experiencias sobrenaturales, siendo inspirada por Jesús para establecer la devoción a la Hora Santa y a recibir la Comunión el primer viernes de cada mes. Ella tuvo frecuentes apariciones del Señor a través de las cuales Él le hizo conocer Su deseo de ser amado por toda la humanidad.
Su cuerpo yace en la capilla del convento de Paray, Francia. Su corazón y su cerebro permanecen incorruptos
San Francisco Javier Este sacerdote aventurero nació en 1506 en Xavier, España. Fue uno de los primeros Jesuitas, que pese a sufrir de ciática fue encomendado a predicar el Evangelio en el lejano oriente. Durante once años de sufrimiento y oración, llevó la Palabra de Dios a la India, Ceylan y Japón. Murió en las puertas de China en 1552 a la edad de 46 años, y fue canonizado en 1662. El 15 de marzo de 1554 su cuerpo fue descubierto incorrupto. Partes de su cuerpo permanecen incorruptas en la actualidad y se conservan en la Basílica del Buen Jesús
San Vicente de Paul nació de padres muy pobres alrededor de 1580 en la localidad de Pouy, Gasconia, Francia. En 1596 ingresó en la universidad de Tolouse para estudiar teología, y allí fue ordenado sacerdote en 1600. En 1617 empezó a misionar, resultando imposible enumerar todo el trabajo que realizó este servidor de Dios, siendo la caridad su virtud principal, que se extendió a todas clases de gentes. Es la cabeza de la orden de los Vicentinos, difundida actualmente por todo el mundo cristiano.
Su corazón se conserva incorrupto en el convento de las Hermanas de la Caridad, en París.
También conocido como don Bosco, nació en 1815 en Piamonte, Italia. Su padre murió cuando él tenía dos años, lo que lo obligó a trabajar desde niño para ayudar a sostener a su familia. Solía asistír a circos y festivales para aprender trucos y actos, para luego repetirlos entre sus amiguitos. Al final del show, repetía de memoria el sermón que había escuchado en la Santa Misa esa misma mañana. Trabajó de carpintero, zapatero, panadero o sastre, mientras estudiaba en el colegio o en el seminario. Se ordenó sacerdote en 1841, teniendo siempre una enorme vocación para enseñar a niños y jóvenes. Fundó la orden de los hermanos salesianos en 1859, la que se expandió por muchos países rápidamente bajo la protección de María Auxiliadora de los Cristianos. La educación de los jóvenes en la fe cristiana fue su obra central. Esta frase representa su sentir como educador: Aléjense de las malas compañías como quien se aleja de una víbora venenosa. Si ustedes mantienen las buenas compañías, les aseguro que un día gozarán con la Madre Santísima en el Cielo. Pero si ustedes permanecen en compañía de los malvados, les aseguro que se volverán malos ustedes mismos, y correrán el riesgo de perder sus almas. Pero San Juan Bosco tuvo una vida mística muy activa en revelaciones y apariciones. Las profecías fueron parte importante de su vida como siervo de Dios. Como ejemplo reproducimos un sueño profético que don Bosco tuvo, y que se refiere a épocas muy difíciles que la iglesia iba a sufrir en el futuro. Sueño de los dos pilares de nuestra fe.Los tres grandes amores de don Bosco fueron Jesús Sacramentado, María Auxiliadora y el Sumo Pontífice, quienes fueron los protagonistas de uno de sus más famosos sueños proféticos: Don Bosco vio que una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso piloteada por el Romano Pontífice, y a su alrededor había muchísimas navecillas pequeñas (los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el secularismo, etc.) y empezó una tremenda batalla. A los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento tempestuoso. Las naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave Grande de la Iglesia y a todas las navecillas pequeñas de los cristianos. Y cuando ya el ataque es tan pavoroso que todo parece perdido, emergen desde el fondo del mar dos inmensas y poderosas columnas (o pilares). Sobre la primera columna está la Sagrada Eucaristía, y sobre la otra la imagen de la Virgen Santísima. La nave del Papa y las navecillas de los cristianos se acercan a los dos pilares y asegurándose de ellos ya no tienen peligro de hundirse. Luego, desde las dos columnas sale un viento fortísimo que aleja o hunde a las naves enemigas, y en cambio a las naves amigas les arregla todos sus daños. Todo el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos con el Santo Padre a la cabeza entonan un Himno de Acción de Gracias a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora. El sueño es detallado e incluye a varios papas. «La Iglesia deberá pasar tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento». Sin dudas el sueño de don Bosco nos hace recordar a las palabras que María dijo en Fátima en 1917: "Cuando todo parezca perdido, mi Corazón Inmaculado triunfará”. El cuerpo de San Juan Bosco, como un estandarte de santidad, permanece incorrupto en la actualidad.
El Santo Cura de Ars, como se lo conoce, nació en 1786 y fue ordenado sacerdote en 1815. Tres años después fue nombrado párroco de un pequeño pueblo llamado Ars, desde donde su reputación como confesor y director espiritual se extendió por el mundo entero. Llevó una vida de profunda mortificación y entrega a la Voluntad de Dios. La más severa austeridad, incluso frente a repetidos ataques directos del demonio, no lograron vencer su gran paciencia y paz espiritual. Las multitudes lo amaron como la imagen viva del sacerdote que busca en forma permanente el corazón de Jesús. Atendía el confesionario por dieciséis horas al día, estimándose que confesaba a veinte mil personas al año. Imposible no establecer un paralelo entre el Santo Cura de Ars y San Padre Pío de Pietrelcina.
Murió el 4 de agosto de 1859, y fue canonizado el 31 de mayo de 1925. Su cuerpo permanece incorrupto aún en la actualidad, y puede ser visto en una urna de cristal en un altar de mármol en Ars, Francia
Santa Catalina de Labouré/La Medalla Milagrosa. Nacida en Burgundy, Francia, el 2 de mayo de 1806. Hija de una humilde y numerosa familia rural, la pronta muerte de su madre la dejó en las manos de la Madre Celestial, a la que se entregó desde temprana edad. Un sacerdote que ella desconoce se le aparece en un sueño y le pide que se consagre a la vida religiosa, mas esto no cuenta con el apoyo de su padre. Finalmente descubre en una estampa al sacerdote de su sueño: es San Vicente de Paul, con lo que confirma su vocacion de alma consagrada. Luego de vencer la resistencia paterna ingresa como religiosa en el convento de la Rue de Bac, en París, donde el 18 de julio de 1830 se le aparece por primera vez la Madre Celestial. Entre otros mensajes, María le entrega la imagen de una medalla que Ella desea se difunda por el mundo entero. En base a los múltiples milagros ocurridos, la medalla y la imagen de María como se apareció en la Rue de Bac a Santa Catalina, se difunden alrededor del mundo bajo la advocación de la Medalla Milagrosa. Miles de millones de medallas inundan el mundo, enamorando a los fieles de todas las naciones. Catalina fallece el 31 de diciembre de 1876 en estado de santidad, siendo canonizada el 27 de julio de 1947.
El cuerpo incorrupto de Catalina es admirado por miles de extasiados peregrinos aún hoy en el convento de la Rue de Bac, en Paris. Allí es posible ver en una urna de cristal el rostro fresco de Santa Catalina de Labouré, como si hubiera muerto ayer. Un milagro de Dios a la vista de todos los hombres que necesitan ver para creer
Santa Bernardita nació en Lourdes, Francia, en 1844. El 11 de febrero de 1858 ella fue enviada por sus padres, con su hermana menor y una amiga, a buscar leña. En una gruta llamada Massabielle, ella vio entonces a La Inmaculada Concepción, la Virgen María. La Madre de Dios sonrió a Bernardita y le hizo la señal de la Cruz con un Rosario de marfil y oro, haciéndola caer de rodillas. María, vestida de azul y blanco, se le apareció y le habló en diecisiete oportunidades más. Siendo aún muy joven Bernardita se ordenó como religiosa en la orden de las Hermanas de la Caridad de Nevers, viviendo una vida de humildad y oración por largos años. Transcurrió mucho tiempo enferma en la enfermería del convento, de tal modo que una cohermana un día la acusó de ser una haragana. Bernardita simplemente le respondió que su trabajo era el de estar enferma. Sin dudas su dolor y sufrimiento eran recibidos por Dios como reparación de los pecados de muchas otras almas. María le había prometido durante las apariciones que su felicidad no iba a darse en este mundo, sino en el próximo. Así, ella entró en el Reino de Dios el 16 de abril de 1879. Su cuerpo, aún incorrupto en la actualidad, está expuesto en una urna de cristal en el convento de San Gildard, en Nevers, Francia. Miremos el rostro resplandeciente, pleno de felicidad, de Santa Bernardita. Ella nos muestra con qué alegría se llega al final de la vida, cuanto se tiene la seguridad plena de estar entrando en la Patria Celestial.
Juan XXIII: prodigio de nuestros tiempos. Un hecho reciente sacude nuestros corazones: los milagros están a nuestro alrededor, solo hay que saber verlos. Noticias periodísticas del 27 de marzo de 2001 informaron que un cardenal presente durante la apertura del ataúd del Papa Juan XXIII manifestó que sus restos estaban como si hubiera muerto ayer, después de 38 años de su fallecimiento. “Ninguna parte de su cuerpo estaba descompuesta”, declaró el Cardenal Virgilio Noe, Párroco Mayor de la Basílica de San Pedro. El fue el supervisor de la apertura del ataúd, como parte del proceso de traslado del Papa Bueno a un lugar más accesible por los peregrinos que visitan el Vaticano. “Es como si hubiera muerto ayer”, manifestó el purpurado. Su rostro luce tranquilo, la serenidad que tuvo en vida aún se muestra presente en su expresión.
Juan XXII reinó desde 1958 a 1963 y fue conocido como el Papa Bueno debido a su naturaleza jovial y bondadosa. Marcó un cambio importante en la historia de la Iglesia al realizarce durante su papado el Concilio Vaticano II. A partir del 3 de junio de 2002 el cuerpo incorrupto del Papa Bueno se expone en una urna de cristal en el Vaticano, como testimonio vivo de Dios actuando entre nosotros. ¡Jesús está vivo!. ¿Qué otra prueba necesitamos?

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